martes, 28 de enero de 2014

Treblinka

Reconocí la mirada de la fotografía en la del anciano que agonizaba. Los ojos que, implorantes, suplicaban el fin de tanto padecimiento no eran sino los del joven oficial de las SS que había posado orgulloso, setenta años atrás, con los cadáveres esqueléticos de cuatro prisioneros. Aturdida, devolví la foto a la mujer que lo había estado velando desde su ingreso.

-Enfermera , prométame que hará cuanto esté en su mano para que viva lo máximo posible... -me rogó.
-El de la imagen no es su padre, ¿verdad? -la interrumpí. Necesitaba confirmar lo que me había dicho el primer día.

Como respuesta únicamente obtuve la vacilante y desdeñosa sonrisa que me dedicó antes de marcharse.

3 comentarios:

  1. En plato frío no, helado, je je.

    Muy bueno David, abrazos.

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  2. Cómo dice Miguel, helada, la venganza.

    Besos desde el aire

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  3. David, un gran microrrelato que hay que leer un par de veces para apreciar la "mala" leche que rezuma, eso sí, justificada.

    El título es ideal.

    Un abrazo, maestro.

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